lunes, 29 de diciembre de 2014

La libertad o la falta de cadenas


En un momento que presumimos de modernidad
de dejar atrás hábitos y costumbres retrógradas,
que nos jactamos de vivir una libertad ansiada
justo ahora, lloramos por unas cadenas
que no quieren amarrarnos.

Llevamos candados en los bolsillos
porque queremos ser de algo, de alguien
y saber que no estamos solos al final.
Que alguien llora cuando la cagamos
que alguien sueña con dormir a nuestro lado.

Pero nunca en alto.
Nunca admitido.
No vaya a ser que no seas…
que sepan que eres…

Ponemos guantes porque no tenemos quien nos caliente las manos
y ya nos duelen de frío. Y de soledad.

Caminamos con la cabeza alta y la bandera de la independencia
ondeando tras nuestros pasos.
Por delante vemos el vacío. Pero callando.

Guardamos lo que soñamos bajo una almohada
que está harta de ser la única compañera
en noches de vela, en inundaciones,
en terremotos.
En la más absoluta y escalofriante calma.

“No son buenos tiempos para los soñadores”.
Y qué razón.

N*

viernes, 19 de diciembre de 2014

Los sueños, ¿sueños son?


Anoche tuve un sueño y fue tan real
que me hizo temblar de frío entre tanto calor.
Que el calor de sus manos en mi espalda
apretando fuerte me hizo sentir arriba
y al mismo tiempo completamente abajo.

En lo más bajo,
en lo que caes cuando no hay más donde caer.
En el miedo a despertar.

Soñé y fue tan real que hasta el dolor era dolor,
pero no dolía. Acariciaba.

Soñé que se veían las estrellas,
había tan poca luz que se veían bien.
Luego desaparecieron, al despertar supongo.
Lo malo de los sueños es que se van
cuando la claridad viene.

Soñamos lo que queremos vivir
y pasa que, a veces, vivimos aquello que soñamos.
Pasa que a veces al despertar no sabes distinguir.

Cuando recuerdas un sueño,
¿se puede llamar recuerdo?
Cuando recuerdas la realidad soñada,
¿cómo llamamos a eso?
N*

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Saldrá el sol otro día


Soy los trozos rotos que quedan
pegados a fuego para que no vuelvan a caerse,
los restos de los que se han ido,
los sueños de quienes aún no han llegado.



He visto mi vida hecha un desastre y las ganas irse,
pero me he levantado del suelo y sí,
he sabido volver a caminar por mi propio pie.
Tampoco he dejado de apoyarme cuando lo necesité.
No podéis seguir pensando eso de que
pedir ayuda es haber fracasado.



Hablo de aquello que he vivido y me ha dolido,
de lo que me cuentan cuando me miran a los ojos,
de lo que escriben aquellos que no tienen voz,
o aquellos que la esconden porque temen lo que puedan decir.



Piso los charcos sin miedo a mojarme los pies
porque nunca ha pasado que el sol no volviera a salir,
que siempre hay mantas calientes que quiten el frío.
Que llorar nunca fue el castigo de nada.
Que llorar es la cura para casi todas las heridas.



Llegará un día que deje de llover,
pero volverá a hacerlo más adelante.



Os quejáis de las espaldas que os da la vida,
y no hay nada mejor que dormirse sobre una.



Tenéis los dedos insensibilizados y no sabéis qué se siente
cuando acaricias tan suave que casi ni tocas,
que parece imán, que no puedes quitar la mano, que no quieres.
Que alguien no se mueva para que no dejes de hacerlo.



Tenéis miedo a que duela.
Como si no fuera necesario ese dolor.
Como si fuera posible eso de pasar sin él.



Si seguís evitando la lluvia,
nadie vendrá a resguardaros bajo su paraguas.



N*

martes, 16 de diciembre de 2014

Cinema Paradiso


Existen torturas que escogemos voluntariamente.
Y yo te escogí a ti.
Te sigo escogiendo.

Una vez viví en una película de Hollywood,
aquello tuvo final feliz,
hasta que dejó de serlo.

No me asusta el fin de los finales,
sino la falta de los principios,
la confusión de argumentos,
la mala interpretación de la sinopsis.

Y estamos de película en película,
esperando que en 90 minutos,
120 como máximo,
tengamos claro que acabará por pasar.

Y luego presumimos de no querer saber,
de vivir al límite,
de lo bueno de la incertidumbre,
de los sueños que si se cuentan no se cumplen.

Pero no son pocos los que leen la última frase
de un libro antes de atreverse a sumergirse en él,
¿cómo podemos esperar que se metan en esto
cuándo el riesgo a la caída es cada vez mayor
y ya nadie sujeta una red bajo nosotros?

Y volviendo a eso de las torturas,
dime que me vas a llamar esta noche,
otra vez,
que yo te estoy esperando.
Ya dejo en la mesilla el alcohol
que cure luego las heridas.

No renuncio a la felicidad,
simplemente he dejado de buscarla
donde solía hacerlo.

N*

jueves, 11 de diciembre de 2014

Venda

"Una mañana me miré al espejo  y con la venda de los ojos me hice un lazo en el pelo; ahora estoy más guapa y menos ciega,
suele pasar según dicen"
Sara Búho 

Hoy no ha amanecido y todo porque ayer oscureció demasiado
y no me quito esta venda de los ojos
y sé lo que hay tras ella, que lo he visto,
un día hice trampa y miré sin que me vieran.
Y no me gustó lo que escondía.

Ahora engaño para que crean que vivo engañada
y no me importa que puedan decir.
He aprendido que los desastres son medicina
para un corazón que no deja de pensar
al ritmo de una cabeza que no para de latir.

Vamos ven, cógeme la mano que no veo por donde piso,
que quiero sentirte aquí, por unas horas,
que quiero que mañana amanezca, mañana sí.
Si quiere puede llover a cántaros, da igual.
Saldremos a mojarnos, empapados
pero sigue cogiéndome la mano.

Piénsatelo bien antes de quitarme la venda,
si no me gusta lo que veo
acabaré por recoger e irme.

Sigue mirándome así,
crees que no, pero te veo.
Y sigue pidiéndome que no deje yo de hacerlo,
que no deje de mirar.
No pienso cerrar los ojos nunca más.
N*

martes, 2 de diciembre de 2014

Heridas


"La isla del tesoro está rodeada   
por todas partes de piel" Irene X
 
Llovía el primero de diciembre
y yo auguraba un día de pleno sol para mí.
Jugar con fuego tiene la ventaja de que nos da calor,
pero siempre nos quemamos.

Cuando aquello que se supone bueno
te deja un sentimiento de vacío en el alma,
en el cuerpo incluso.
Cuando se acaba la hoguera
y las cenizas quedan, esparcidas.
Cuando el jarro de agua fría viene a despertarnos
de los sueños a los que nos gusta evadirnos por momentos.

A veces duele más la nada que la herida.
Y así vamos acumulando cicatrices
por miedo a dejar de sentir.
Señas de que estamos vivos,
jodidos, pero vivos.

Nos hemos convertido en auténticos maestros
del arte de fingir felicidad.

Felicidad embotellada, vendida a bajo precio,
un sucedáneo con efecto placebo
que consigue acallar por momentos
los monstruos que por las noches no nos dejan dormir.

Ahora recorro las calles en busca de sonrisas verdaderas,
de ojos que brillen buscando algo más allá de esta jungla de asfalto
que acaba por comerse a los débiles.
Valentías de contrabando enarbolando banderas en las que
nunca hemos creído, pero por las que nos hemos dejado llevar.

Camino sobre cristales rotos que me están sangrando las plantas de los pies
porque alguien, que soy yo misma, me prometió que al final de la tortura,
llegaría a ese paraíso en el que poder echarme en el suelo a dormir
sabiendo que habrá quién me tape cuando haga frío.
 
N*

lunes, 17 de noviembre de 2014

Noviembre


Ojalá tuviera el valor de admitir
y de reconocer que duele.
Pero hemos decidido que aquí todos somos valientes.
Y joder qué difícil es curarse a uno mismo.

Que llegué a creer que no iba a hacer frío este invierno
y ya se me han helado los huesos,
el corazón no hace ni intento de descongelar.
Y a veces me confieso a mí misma que echo de menos el calor.

Autodestrucción.

Y golpes contra la pared.
Muros venidos abajo.
Fronteras inexistentes y pisoteadas.

Y silencios por falta de palabras.
Incoherencias varias instaladas en el pecho.
Muda la garganta.
Inundación de lagrimales.

Distancias difusas y borrosas.
Miedos para desayunar.
Falta de consuelo generalizado.
Sueños por domesticar.

Tardes en las que no se pone el sol,
empeños en empañar.
Camino para irse, querer volver,
que se quieran quedar.

N*

martes, 11 de noviembre de 2014

Desolación

Nunca el cielo había estado tan negro
ni los ánimos tan grises, 
los colores habían desaparecido
y tan sólo se respiraba desolación.


Y desesperación, la que llevan en las entrañas
aquellos que van viendo caer el imperio
heredado y construido por las mismas manos
que te acunaron de bebé.


Ver como por obra y gracia y permiso, 
sobre todo con nuestro permiso, 
los hay que escalan a la cima de la montaña
a costa de destruir lo que dejan por debajo, 
sin importar, qué, cómo o cuándo.


La tranquilidad de verse a salvo 
en unas alturas a las que has subido agarrado
de una mano que te promete el oro, 
y que acabará por dejar que te bajen al moro.

No olvidemos que quién va delante de ti, 
tendrá menos reparos en dejarte caer, 
con tal de salvar su culo, lo suyo y lo de él.


Confiamos en trajes y corbatas, porque nos han enseñado
que quién puede mantener apariencia
puede mantener contenta la audiencia.
Pobres de nosotros, monigotes embobados,
pasivos oyentes de un mundo en el que somos los olvidados.


Ya lamentaremos más tarde, quizá en algún muelle al sol
donde vendrá la nostalgia a recordarnos tiempos mejores, 
aquellos donde caminar con la cabeza alta y la mirada en alto
era nuestra seña de identidad.


Ahora nos estamos escondiendo, 
no sé si más por miedo o por vergüenza.
Porque hay quienes no podrán asumir la derrota
de haber sido vencidos por aquellos que nosotros mismos
elevamos al más alto de los escaños.


Y este país pide una revolución, 
pero nos engañemos, que esta no nace

en la barra de cualquier bar, 
ni desde la comodidad de un sillón.


N*

jueves, 6 de noviembre de 2014

Desastre


Si vienes para quedarte tendrás que saber un par de cosas,
soy un desastre total, y además no pienso cambiarlo.
Cuando sonrío no siempre es de verdad,
pero nunca lloro de mentira. Nunca.


Cruzo los dedos cuando deseo algo,
y la verdad que no sé por qué, pero lo hago.


Juego a ser invisible al menos un par de veces al día,
no siempre gano, alguien acaba por verme,
pero nadie me quita esos minutos absurdos,
y míos. Absurdos y míos.


Sueño más despierta que dormida, incluso
podría decir que a ratos no vivo en la realidad.


Siempre duermo tapada, incluso cuando hace calor,
luego pasa lo que pasa, despierto sudando,
pero no lo puedo remediar.


Despierto igualmente sudando cuando tengo pesadillas;
y a veces puedo llegar a llorar. Pocas veces.


Como chocolate como terapia para la felicidad,
dirán lo que quieran, pero funciona.


Creo que me río todos los días, por tonterías,
la mayoría de las veces, si no, tengo un remedio
para la infelicidad del alma.
No cura, pero palia el dolor.

Si te digo que te quiero, créeme, lo hago.

Soy un puto desastre, impuntual, vaga,
cotilla, desordenada, carajas,
todo eso y mucho más.
Pero sé lo que es querer hasta que duela,
y en eso, soy una de las mejores.


N*

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Inconformismo

Que no sé qué pasa que siempre estoy viviendo a años luz de ahora, 
siempre en busca de futuros que mejoren lo presente.

Siempre inconformista de una realidad que no permite las luces de neón
y así no hay forma de ver en la oscuridad que dejas cuando no estás.
Y son tantas las horas ausentes, que aquí los días duran más que allí.

He escrito demasiadas listas de deseos que no cumpliré, 
por eso de la cobardía que me sujeta los pies al suelo y me impide volar.
Te he visto desde abajo tantas veces que ya no es admiración, es envidia.

Me pesan los párpados, ya no soy capaz a mantenerme despierta
y no vas a venir a taparme esta noche por si hace frío.
Ni siquiera me llamarás para desearme eso de las buenas noches
que mejor contigo, pero que sobreviva sin ti.
Todo eso, ya sabes.

Amanece por inercia, no porque lo esté esperando 
y veré ocultarse el sol demasiado tarde, siempre es demasiado tarde.
Me he acostumbrado a la poca luz, y el sol me quema las retinas
vacías y solitarias desde que no te ven dormir.

N*

martes, 4 de noviembre de 2014

No es cuestión de comparar

He huido en busca de otros amaneceres
pero tranquilo, no lo hice por comparar, 
sé perfectamente dónde tengo el corazón,
lo que a veces se me olvida es dónde reside la razón.

He cansado a mis pies de tanto caminar
en busca de unas vistas en las que quedarme muda
pensando en no haber visto algo tan impresionante en tiempo.
No confesaré que no lo he conseguido.
Y juro que no es cuestión de comparar.

He pasado calor y frío, pero no ha sido ninguno comparable
a las soledades que respiro a veces entre mantas y tus manos,
no sé es tan difícil de explicar que no sabría por dónde empezar.
Por el principio, seguro que dirías, pero
realmente ¿Cuál es realmente el principio?

A juegos de orgullos y sentimientos 
siempre tengo las de perder, 
pero lo de las derrotas es lo mío, 
así que acepto el reto. Acepto perder.

Si no vas a buscar más deja de al menos buscar, 
que de idiotas que no saben lo que quieren 
tengo lleno el cupo, ya no cabe uno más.

Lo malo de cuando huyes es cuando decides volver y no sabes
qué es lo que deberías encontrar a la vuelta, 
qué es lo normal, lo esperable o lo deseable.
Yo esperaba verte. 

Y debo tener cerrados los ojos porque no te encuentro
ni siquiera entre las líneas de alguna historia antigua
de esas que te contaba mientras hacías que me escuchabas, 
pero no.
Tranquilo, siempre lo supe.

Buenas noches, ya no sé si apagar la luz 
o si dejarla para que me alumbre los sueños.
Tengo miedo de que haya demasiada oscuridad, 
que ya no encuentre luego la forma de salir de ella.

N*

lunes, 3 de noviembre de 2014

Más fácil no que sí

Yo no es que deje pasar trenes porque quiera
es que siempre me dio miedo subirme en marcha
y hace demasiado que ninguno se para en la estación.

Sentada en el andén miro siempre en ambas direcciones, 
lo de que la esperanza es lo último que se pierde empieza a 
sonarme a más palabrería que realidad.
Ya no hay ganas de seguir esperando, miro mis pies
y sé que podría llegar por mí misma andando.

Ya me lo advirtieron, que era más fácil que no qué que sí.

Pero sigo sin escuchar a quienes quieren que quiera
a quienes me dicen que salte, que una vez puestos los pies
el resto es seguir adelante, por puro instinto.

Pero de corazonadas llevo una vida hecha,
todo los caminos los he empezado por algo, 
y a veces por alguien, también.
Y me han traído hasta aquí,
que podría haber sido peor, de acuerdo, 
pero todos sabemos que no estoy donde quisiera.
Se acerca, se parece, pero falta eso.
Justo eso.

No fue una casualidad supongo, nada lo es, 
y cuando llovía yo traía paraguas, 
y muchas ganas de resguardarte de una lluvia
que no mojaba, pero nos dejaba helados
sin esperanzas y con muchos miedos.

No fue suficiente.
Acabamos por morirnos de miedo.

N*

miércoles, 22 de octubre de 2014

Me declaro inocente


Lleno los bolsillos de piedras
pero es que tengo pánico a echar a volar
a perder el contacto con la tierra, 
a la levedad de mis pies.

Pánico a dejar de ser quien soy
y pasar a no ser si no es contigo.

A perder esa parte de mí que me gusta
aunque sea la única.
Pero que es mía. Y me gusta.

Miedo a que las palabras anulen las fuerzas de la gravedad
y el golpe de después sea ya insalvable, 
incurable, 
inaceptable, 
irrecuperable.

Miedo porque sé que no soy
y no estoy
cuando dejo de ser y estar.
Y no confío en mis pies
cuando han perdido el rumbo, 
ni quiero hacerme cargo 
de las consecuencias de mis actos.
No quiero verme cargar con esa responsabilidad
pagar los platos rotos por mí
cuando no soy yo. No es justo.

Declararé bipolaridad aguda, 
desconocimiento de los hechos, 
aseguraré ser esa mano derecha
que desconoce que hace la izquierda.

Me declaro inocente, 
engañada, utilizada, 
soy un chivo expiatorio
de mi misma, incapaz
de decirme que no a nada, 
de ponerme límites a mis tonterías.

Me declaro inocente de aquello que se me acusa,
inocente de aquello que pude llegar a hacer, 
a decir, 
a pensar, 
a desear.

N*

martes, 21 de octubre de 2014

Soñando alto

Cada vez duermo menos
y sonrío más.
Ya ves, no es imposible.

Canto a diario, pero dentro de mi cabeza
soy consciente de lo poco apetecible que resulta
para los demás tener que soportar mis desafines.

No sólo me pasa en la música
hay otras muchas materias 
en las que tampoco ando nada afinada.

Tengo frío el día que más calor hace
y luego me asfixio en diciembre.
Y no son coincidencias.
Coincide con algunas ausencias.

Nos comunicamos con metáforas
porque siempre nos pareció demasiado real la realidad,
muy aburrido eso del aburrimiento
y demasiado solos en aquella soledad.

Suma y sigue.
Días y noches.
Veranos e inviernos.

Sigue sumando que cuando empecemos a restar
quedaremos en números rojos, 
debemos demasiado, 
pero es que siempre se nos dio bien eso de querer 
por encima de nuestras posibilidades.

Bueno, quizá querer no es la palabra
que te quiero
que nos queremos, 
de eso no hay duda.
Sólo dudamos cuando caminamos en trazos finos
con miedo a salirnos
como los niños que caminan
saltando las baldosas de colores, 
evitando pisar las rayas blancas de los pasos de cebra, 
imaginando un peligro de caída sin red.
Soñando alto, 
viviendo a ras del suelo.

Estoy teniendo tanta paciencia 
que no me reconozco a mí misma.
Y no sé si me gusta.
O si quisiera volver a.

No es la única faceta desconocida que ando explorando, 
y debe ser que tan mal no me va
porque seguimos,
incluso si, 
y a pesar de.

N*

lunes, 20 de octubre de 2014

Paraísos artificiales

Hoy me han vuelto a preguntar por mí
y de nuevo no he sabido qué decir
hace tiempo que ni me sé, ni me estoy
y desconozco por donde andan mis pies.

Hace tiempo que no río por las noches
ni me levanto con mal humor
hace tiempo que no hay nada.
Ni para bien, ni para mal.

Que no salimos a la calle a pedir justicia
porque aceptamos, asumimos y admitimos
que ser justos no es parte de lo que somos.
Coherentes tampoco, pero tenemos un mínimo
al menos un mínimo de vergüenza.

Amor propio ya no nos queda
al final cotizaba alto en bolsa, 
no había dinero para esos lujos.
Lo gastamos todo en orgullo
que no hay manera de tragárselo
porque hace bola y ni agua tenemos.

Amores que no valen la pena, pero salen caros.
Heridas que no cicatrizan.
Cicatrices que no nos miramos por miedo a que se abran de nuevo.
Litros de alcohol en carne viva. Y ni escuece siquiera.

No me busques en donde estuve, ya no estoy.
Estos paisajes son desconocidos, y sé de lo que hablo.
La memoria la conservo intacta. No he perdido ni un solo recuerdo.
Sigue doliendo.

A la próxima no le vendas paraísos a los que sólo llegas 
en filas blancas y polvorientas.
Hay quienes no encuentran el camino de vuelta.
Y allí el sol se oculta pronto, lo que viene luego
no es plato de buen gusto. Pero nos lo comimos.

Se te ha disparado el corazón
y quise creer que era amor.
Ilusa e imbécil.

Imbécil sobre todo.

N*

miércoles, 15 de octubre de 2014

Tiempo de descuento

Nos creímos libres y completos, 
y déjame decirte querido, 
que no hay peor cárcel
que anhelar lo no vivido.

Seguimos buscando en sacos de basura
restos de una vida soñada
tirando por la borda sueños y esperanzas
a cambio de intentar tocar el cielo, 
es decir, de nada.

Y nunca hemos sido fieles ni a nosotros mismos,
siempre jugamos con quien nos prometiese diversión, 
vidas de ensueño, cero responsabilidades
y ahora llora sentado en un banco, al sol, 
quién ya no disfruta de sus maldades.

La soledad no es tan placentera como nos la vendieron, 
quisiste creer que todo acabaría por solucionarse,
como pasaba siempre.
Pero ya las cosas han cambiado, 
nosotros hemos cambiado.
Yo sobre todo.

Y no estamos sino en el tiempo de descuento, 
restando segundos antes del pitido final, 
que nos separe ya definitivamente, 
tú te quedas y yo me voy.

Sabina ya no pone banda sonora a nuestras tardes, 
y tampoco nos subimos al coche sin rumbo, 
buscando pasar el tiempo juntos,
sin que sea necesario tener un dónde, un cómo
y mucho menos, 
un por qué.

Si miro adelante me da vértigo, 
mentiría si dijera que no, 
pero no pienso admitirlo.

Ya he calzado los zapatos y cogido el equipaje, 
a la espalda llevo lo que tengo, que no es mucho, 
pero al menos puedo decir que es mío.
Esa sensación que nunca experimentaste, 
por lo de nacer con la vida resuelta, 
con los problemas inexistentes, 
sin la emoción que supone ser y estar.

N*

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Ni 19 días, ni 500 noches


No me hicieron falta 19 días
y mucho menos 500 noches.
No hizo falta volar a otro país, 
ni tan siquiera cambiar de ciudad.

Bastó el simple paso del tiempo
para que todo volviera a su sitio.

No hizo falta que cambiaras las rutinas, 
para no doler aún más en mis ruinas, 
soy una gata callejera
que lame sus propias heridas.

No te pedí nada más que
cerraras la puerta al irte
y hasta eso incumpliste.

Pensé que oírte a lo lejos
continuando tu vida
dolería más que todo lo que quedaba atrás
y me equivoqué, 
ya el dolor me hizo fuerte, 
esta vez te abandono a tu suerte.

N*

martes, 23 de septiembre de 2014

Yo no.

Yo no quería soñar contigo, no fue voluntario, te fuiste colando como actor principal en mis sueños, los que tengo dormida, pero sobre todo los de cuando estoy despierta. 

Yo no quería convertirte en centro de todo, en final y meta de cada carrera, en objetivo de cada plan trazado, en premio de cada concurso. No quería, de verdad.

Yo no quise hacerte responsable del tiempo que hace, de la luz que tiene el día o de los huracanes que destrozan todo.

Yo no pensaba hacerte cargar con las culpas de todos los cristales rotos, de todos los trozos que no pueden ser de nuevo pegados, de todas las cosas que ya no funcionan. Cargar con las mías, mis culpas, las que nunca asumo.

Y aquí estamos. Yo no me atrevo a moverme y tú sólo quieres alejarte, pero no lo haces. Y caeremos a la vez en algún abismo al final de un camino que empezamos sin saber dónde nos metíamos.

Pero de haberlo sabido, ¿qué habría cambiado?


N*

lunes, 22 de septiembre de 2014

Escribo

Escribo por no vomitar.

Escribo porque a veces no sé cómo decirte que tengo frío, que haces falta, que con tus sonrisas sobran bombillas.

Escribo porque no me entiendo a mí misma, necesito terapia como cualquier loco aquejado de bipolaridad y esquizofrenia, necesito que mi parte coherente comprenda a la inconsecuente. 

Escribo para conocerme, porque convivir conmigo no es tan fácil, a veces necesito libro de instrucciones, unas pautas para sobrellevarme sin demasiados dramas.

Escribo porque hace tiempo alguien me miró con, quiero creer, una pizca de admiración, desde entonces nunca pude dejar de hacerlo.

Escribo porque tengo miedo a dejar de existir de un día para otro y no haya nada que me recuerde en este mundo, que haya al menos un puñado de palabras que cuando alguien las encuentre y las lea, diga, “todo eso, era ella”.

Escribo para perdonarme por todo lo que no he hecho en la vida, por toda la cobardía que arrastro, por todas las lágrimas innecesarias y toda la tristeza que he llegado a acumular en unos párpados que no se cierran porque ya no quieren más pesadillas.

Escribo porque también soy feliz, porque no quiero olvidar esos momentos, que aunque no suele haber palabras, las busco, porque no podemos dejar de plantar flores en el asfalto, no puede morir la esperanza.

Escribo porque siempre se me dio mejor que hablar.
Escribo para ti, para ellos, para vosotros.
Pero sobre todo, para mí.

N*

martes, 2 de septiembre de 2014

Oscuridad

Fuimos sombras en calles con poca luz, querías alumbrar, pero te eclipsaron a temprana edad y así te encontré, sólo y oscuro.

Supe que arrastrabas un ancla de heridas que no te permitía navegar justo en el momento que quisiste sonreír. Y no supiste.

No sé si me enamoré de ti o de tu tristeza, pero me dejé arrastrar por ella, contigo, y todo parecía inexplicablemente menos triste.

N*

domingo, 31 de agosto de 2014

Septiembre

Va a volver septiembre y seguimos en el mismo punto que en enero. O peor incluso. Va a volver el otoño y yo aún no he tenido verano, me he quedado saliendo del invierno en busca de primavera. Hemos hecho demasiados kilómetros, hemos visto muchas veces salir el sol y muchas lunas, ha llovido hasta inundar(nos), pero no hemos llegado a secar del todo. Vamos con la humedad a cuestas, metida en las entrañas. Enfriando el más caluroso de los paraísos, empañando hasta la más feliz Navidad. Jodiéndolo todo. Hasta lo que pudo haber sido bueno. Nunca lo sabremos.

No hablaré de aquello a lo que hemos renunciado porque me da tanto vértigo que no creo poder mantenerme en pie. Las oportunidades perdidas, espinas en la piel, pinchan y sangran. Y nadie tiene tiritas.

Me sigue sabiendo la boca a sal de todas y cada una de las veces que me ahogué en el mar. Sigo sintiendo arcadas cada vez que intuyo que se acerca otro precipicio, pero sigo sin saber dar marcha atrás, cambiar el rumbo o simplemente parar. Quieta. Por una vez.

Va a volver septiembre y preveo un otoño de lluvia aquí dentro, de silencios camuflados en millones de palabras, de falsas verdades por no mostrar auténticas debilidades. De miedos. Viene un otoño de miedos que acabará por desembocar en un invierno que amenaza con la más absoluta de las nadas.

N*

miércoles, 27 de agosto de 2014

No vaya a ser...

No vaya a ser que mañana sea tarde
y el ayer sólo un recuerdo intangible,
lejano y por supuesto, 
inalterable.

No vaya a ser que te arrepientas
de cada negativa, 
de cada momento no aprovechado, 
de cada oportunidad perdida.

Piensa que no es nada constante
excepto el cambio
y al ritmo que cambiamos
podría llegar a ser de noche en pleno día,
secarse cada uno de los canales de Venecia
e incluso, podría llegar el momento
en que dejara de esperarte.

Podría no estar cuando decidas venir
con alguna excusa sobre la claridad de sentimientos, 
sobre el valor de afrontarlos
ocultando patrones de comportamiento
ya vistos.
Tan vistos.

Tal vez lo que más miedo me da
sea la sensación de poder perder, 
que si te puedo yo perder, 
aquí ya no gana nadie.

N*

miércoles, 20 de agosto de 2014

Fuego

No sé qué es lo que más me gusta de jugar con el fuego, creo que la posibilidad de quemarme y que al menos esta vez sea por mi culpa, que sea yo la responsable, que no tenga a quien culpar de ello.

Y sigo sumando estupideces una tras otra, pero no me arrepiento, por cada una de ellas, he sonreído al menos un par de veces. Compensa.

En el fondo sabemos que somos lo que somos por aquello que anhelamos, hacemos y pensamos. Soñar ya es un mundo aparte. Sobre todo el mío, que sueño más despierta que dormida. Y despierta doy pasos firmes en arenas movedizas sin perder el equilibrio. Quién me lo iba a decir, a mí, que me caía en tierra firme con los dos pies en el suelo.

No me reconozco cuando miro el espejo y alguna de aquellas fotos antiguas, no tengo el mismo brillo en los ojos, ni el mismo miedo, ya no tengo aquel miedo a todo y a nada. Ya no. Aún me faltan un par de pasos para llegar a kamikaze, pero lo estoy haciendo bien. Y ya no sé si es que no duele o que pienso paliar los sufrimientos a base de besos, cervezas y playas desiertas.

N*

lunes, 28 de julio de 2014

"Al lugar donde has sido feliz..."

Gasto folios en blanco con intención de encontrar las palabras adecuadas para decirte aquello que callo por falta de oportunidades de hablar. Siento que los kilómetros son muchos cuando los centímetros se acortan y no hay forma de alejar imanes, ni juntar polos opuestos. Y no hago sino echar de menos cuando a falta de sentimientos sólo había juegos. Luces y juego. Monedas al aire donde poco importa que salga cara o cruz. Siempre ganábamos, siempre de aquella. Día y noche, lo mismo da sol que luna, al final brillaba más la oscuridad que el día más soleado. Y todo esto no encuentro la forma de decirlo, después de tantos meses de silencio, de explicarte que hace tiempo que pienso que quizá no vuelva a pasar. Nunca más. Nunca como fue.

Y siempre me queda esa duda de saber si has vuelto a ver las estrellas caer sobre la tierra mientras aquí abajo bebes cerveza y sientes que todo está bien, si alguna vez has vuelto a pedir un deseo a la fuente justo después de que se te haya sido concedido porque sientes que estas en deuda con el destino, o si sigues mintiendo todas las mañanas frente al espejo con la esperanza de que todo ello, mañana sea verdad.

Si sigues queriendo de esa forma tan tuya.

N*

jueves, 24 de julio de 2014

7 de abril

Vivir como obligación. Ver pasar los días sin ninguna otra motivación. Sigue saliendo el sol por el este y sigue brillando la luna en las noches despejadas. A veces.

Caminar sin camino, y sin hacer uno al andar. Ir por no quedar y estar por no irse. Ausentes. Aquí pero allí. Sola entre tanta gente. No hay sonrisas de buenos días, ya no quedan buenos días. Ni la esperanza queda para dar un empujón a estos 365 que hay por delante.

Primer año sin ti. Primer lunes de verano sin reloj, primer domingo que no tengo que dormir. Sin ti. A 700 kilómetros de aquí la vida tiene que ser mejor. Cualquiera de ellos tiene la oportunidad de cruzarse contigo en cualquier esquina, en cualquier plaza, en el metro, en tu cama, en su vida. Y que suerte la suya.

Aquí el tiempo se ha congelado, los segundos pasan, claro que sí, pero el tiempo no. Sigue siendo 7 de abril, siguen siendo las 3 de la tarde y sigue alejándose el tren. Sigo en la estación. Sigue lloviendo. Sigo llorando.

Sigo sintiéndome culpable de todo sabiendo que nunca nada dependió de mí. Sigue doliendo porque aprendí que hay dolores para los que no hay cura, ni siquiera tratamientos paliativos. No hay morfina para apagar esto. Y ya no sirve de nada dormir.

N*

jueves, 17 de julio de 2014

...y espero.



Siempre tuve miedo, incluso en estos tiempos en los que me las doy de valiente. Sigue habiendo preguntas que me muero por hacer con respuestas que no quiero oír, pero la duda crece cada día, como crecieron las demás cosas, rápido, fuertes, agarrándose a nosotros, echando raíces en suelos de asfalto.

Dudo porque no hay nada claro, porque nunca sé que va a pasar en el siguiente movimiento, no sé si eres un experto en ajedrez con una estrategia bien estudiada o simplemente un kamikaze que no se para a pensar en las acciones ni en las reacciones que conllevan. Y no sé qué prefiero, la verdad.

No pregunto porque tengo miedo que la respuesta revele cosas que no quiero ver, que quizá están claras desde el primer día, que mi ceguera impide ver. No lo sé.

Me quedo con la incertidumbre porque eso me permite seguir soñando despierta, seguir volando a paraísos perdidos como aquellos que planeamos invadir las noches en que dormíamos poco y reíamos mucho. Nos siguen esperando. Seguimos esperándote.

Intuyo en lugar de confirmar porque siempre tuve el don de ver y acertar, pero contigo no funciona, o quizá es conmigo con quien pierdo la claridad, puede ser, nunca pude predecir en qué piedra volvería a caer, ni en qué noche lloraría hasta quedar dormida.

Espero porque dicen que lo bueno se hace esperar y que lo mejor aún está por llegar. Espero por si vienes tú. Sonriendo, protestando, hablando sin parar, escuchándome sin perder la paciencia, mirándome como sólo tú haces. Por si vienes.

Dudo, no pregunto, me quedo con la incertidumbre, intuyo y espero.

N*

miércoles, 16 de julio de 2014

Ludopatía



Volvemos a las andadas
con más ganas que sentido, 
volvemos a jugar a saltarnos límites
y vuelvo a no entender nada.

Sin embargo me pregunto, ¿hasta cuándo
duraría el juego si yo no jugara?
Tampoco estoy segura de saber salir 
por mi propio pie de aquí.

Ludopatía.
Veo las luces y pienso, “una moneda más”.

Prometo no echar las culpas a nadie
cuando me toque joderme una vez más.
Ya me prometí ser más inteligente la otra vez,
y ya viste.
Ni por asomo.

Dicen que las cuerdas atan
pero esta puta locura también ata, 
a una cama con camisa de fuerza, 
concretamente
y a nuevos propósitos.
Que nunca cumpliremos (cumpliré).

Ponemos puntos y seguidos
porque los puntos y finales
ni nos gustan,
ni los respetamos.

N*

martes, 15 de julio de 2014

Despedirse

Despedirse es como quitar una tirita, mucho mejor del tirón y sin pensar. Hay "adioses" que son para siempre, que no llevan implícito un "hasta siempre" o "hasta ". Y seguimos sin estar preparados para el "siempre", así como el "nunca", que al final son lo mismo.
 
Alargar sufrimientos es como recrearse en las agonías. Absurdo e innecesario. Pero nos tienta esa parte de nosotros. Mucho. Y seguimos con los dedos enganchados a pieles que no tocaremos más. Que ojalá no volvamos a tocar. Pero no apartamos la mirada y más para ver lo que no es, lo que no hay, lo que no se queda.
 
Manejamos palabras y sentimientos a nuestro antojo. Mentira. Pero queremos creerlo. Es ese "no" que parece "sí", que podría ser un "quizás", que implica un "no sé". Y sumamos jeroglíficos imposibles de resolver a la matriz. Números y símbolos incomprensibles, al menos para mi.
 
¿Entiendes tú algo? Dime que no, que estás tan perdido como yo, que lo haces por amor a la piedra, por esa gana de abrir heridas, ese dedo en la llaga, ese gusto por las catástrofes. Por morbo.
 
Decimos adios con demasiada facilidad. 5 letras, fácil pronunciación, pero una vez que lo has dicho, ¿realmente te has ido?

N*

domingo, 6 de julio de 2014

Confieso

Tengo los pies en la tierra, fijados a ella. A veces incluso las manos también. No me permito perder el norte de la misma forma que nunca dejo de mirar el sur.

Juego con ventaja cuando se trata de ti, te tengo estudiado hasta el punto de conocer cada lunar desde tu boca hasta el dedo gordo del pie y no me importaría repasar la lección. 
Una vez más.

Sigo apostando a imposibles, porque ganar nunca fue lo mío, entre derrotas y fracasos estoy más cómoda, más familiar, más yo. Y a menudo boicoteo las oportunidades que da la vida, esas que no pides, que llegan sin pensar.

Y ya nunca sé sí es odio o amor de mas.

N*

miércoles, 25 de junio de 2014

Sin perdón

Y ya no sueño, 
ni despierta ni dormida, 
que siempre vienen 
los fantasmas 
con sus imágenes de los días mejores, 
a recordarme dónde, 
cómo 
y cuándo la cagué. 
Por completo. 
Lo admito. 

Culpable.

Pero he pagado la condena, 
todas y cada una de las penas, 
cada oración, de cada penitencia. 

Y aún no me he perdonado, y 
esa es sin duda la más difícil 
de las absoluciones, 
la propia. 

Somos de una crueldad 
intolerable con nosotros mismos, 
nos exigimos el máximo 
con cero margen de error, 
cero fallos, 
por tanto, 
cero probabilidades de éxito.

N*

martes, 17 de junio de 2014

No voy a cambiar, hoy no

Sigo tomando el café con leche muy corto de café. ¿Te acuerdas? Y cada día voy a peor, cada vez me pongo más histérica cuando no traen lo que pido, y digo yo, ¿qué les cuesta joder?  Me acuerdo que te reías y siempre me decías que eso ni era café ni era leche, que no era nada. Y yo te escuchaba mientras removía la sacarina. Sí, siempre sacarina.

Sigo bebiendo ginebra, a veces con tónica, para a ver si por arte de magia aparece aquel gin-tonic prometido, aquella noche de pizza y alcohol. Sigo esperando.

Sigo teniendo problemas, y ahora no los guardo en un segundo plano para escucharte a ti. Hace tanto que no te escucho que no sé si habré olvidado tu voz. Y no lo echo de menos. No sé qué día pasó, pero de repente me di cuenta que ya no te necesitaba. Que ya no dolía sonreír. Y no he dejado de hacerlo desde entonces.

Sigo buscando un mundo mejor, las utopías no se han ido de mis sueños, y cada día las veo más cerca y a la vez más imposibles, no sabría explicarlo.

He empezado a olvidar de que hablábamos cuando hablábamos, juro que intento hacer memoria y recuerdo cosas, pero pocas, difusas, como si hubieran pasado muchos años, incluso vidas desde todo aquello. Y me jode, quisiera recordar todo, por lo de no cometer los mismos errores dos veces. Y me alegro, recrearse en el pasado siempre es una puta mierda.

Me sigue dando vértigo la muerte, las caídas sin fondo, los precipicios eternos y la felicidad. Pero cada vez me gusta más la adrenalina. Cada día necesito más mi dosis de locura. Mi rincón de irrealidad. Mis sonrisas a desconocidos. Las miradas que desnudan en el metro. Que alguien te roce la mano y ni siquiera mire atrás.

Y aún me voy tarde a dormir, me sigue gustando trasnochar, me sigue gustando perder las horas de sueño en compañía, incluso en la distancia. Y por las mañanas el sueño me mata, pero no voy a cambiar, hoy no.

Mañana, quizá tampoco.

N*

lunes, 16 de junio de 2014

Si vas a volver

Si vas a volver que no sea en son de paz. Tiempos de calma son los que sobran por aquí. Echamos de menos las guerras donde vencedores o vencidos, siempre, acababan bien. Y las reconciliaciones que nos hicieron recorrer el mundo bajo sábanas, con ventanas de par en par y la noche colándose en la habitación.

Si vas a volver que sea para quedarte. Otra huida acabaría conmigo. No hay corazón que pueda resistir verte marchar otra vez, o peor, desaparecer.

Si vas a volver ven con la risa puesta, que esta vez soy yo quien necesita ser animada, soy yo quien tiene falta de tonterías para no pensar, para dejar de llorar. Aun siendo egoísta esta vez no te toca a ti ser el centro de esto, ni de nada. No es que busque que te quedes bajo mi sombra, sino que me eleves al sitio donde me pertenece, donde un día me conociste, ¿te acuerdas? Hace ya mucho que no estoy ahí. 233 días exactamente y no, no es ninguna coincidencia.

Si vas a volver ten cuidado por donde pisas, está todo en construcción, en renovación de sentimientos, en búsqueda de ego y autoestima, en reconocimiento de sonrisas al espejo, en intento de provocar chispas que iluminen miradas. Así estamos.

Si vas a volver, hazlo con paciencia, no sé el tiempo que tardaré en reírme como solía hacerlo, ni en dejarme llevar a donde sea, y como sea.

Si vas a volver ven con la lección aprendida. Ya se ha terminado la época de aprendizaje, hemos tenido demasiado tiempo para ello. Y aún así.

Si vas a volver, vuelve.

Pero si no vas a volver, al menos vete.

N*

domingo, 15 de junio de 2014

Casino

Querer es  un lujo como otro cualquiera, 
que no todos se lo pueden permitir, 
que cada día cotiza más alto en la bolsa de valores, 
de los pocos que quedan. 

Pero acabarás apostando 
todo al mismo número, 
rojo o negro, 
par o impar. 
Y a base de apostar y de perderlo todo,
de deber hasta el aire que respiras, 
un día, un día es tu noche 
de suerte 
y bingo, 
has ganado. 

Ahora de ti depende si piensas 
invertir el premio o 
fundírtelo en una noche, 
tampoco sabes cuál será la opción correcta. 

Y mejor.

N*

jueves, 12 de junio de 2014

Transiciones necesarias

Nunca alcanzarás la gloria sin haber mordido algo de polvo, sin haber descendido a lo más profundo del infierno, sin haber conocido la cara más amarga de la vida. Y entonces, ¿qué? Entonces, enhorabuena, estás preparado para sobrevivir a lo que sea, al mayor de los ciclones, a la más fuerte de las tormentas, al más cruel de los temporales. Y sobrevivirás, y sonreirás cada vez que seas consciente de que nuevamente te has salvado, con ayuda o sin ella, no infravaloremos el mérito propio, por muchas manos que se te tiendan y mucha gente que te sujete, de ti depende el volver arriba, dejar de hundirte, flotar otra vez.

Y lo has conseguido, lo hemos conseguido. Eso nos da el derecho, mejor dicho, nos da la obligación de que de aquí en adelante vivamos, siempre al límite, siempre arriba, los malos días serán descansos a las comisuras de los labios cansados de tanto reír, serán transiciones entre un buen momento y otro.

Transiciones necesarias.

N*

miércoles, 11 de junio de 2014

Respiramos

Sigo creyendo en los sueños,
a pesar de todo y de todos, 
y así nos va, cada día cuesta más despertar y
 por las noches nadie quiere dormir. 

Vivir ya es una de esas utopías de las que nos hablaban años atrás, 
respirar se parece más a lo que hacemos,
 automáticamente, 
eso del instinto de supervivencia. 

Y el corazón bombea a ritmo, sin sobresaltos, 
sin nada que lo saque de la secuencia armoniosa, 
bum, bum, bum, bum…y suma y sigue. 

Suma segundos de reloj, movimientos 
casi imperceptibles del segundero, 
agujas de reloj puntiagudas que se clavan
igual que las demás. 

La esperanza quedó como concepto filosófico que tan sólo unos locos 
recuerdan de vez en cuando, 
en reuniones clandestinas, 
prohibidas. 

No se permite la divulgación de la felicidad, 
nada que haga que la gente se levante y tenga algo
 por lo que ir más allá de lo estipulado, 
nada por lo que salirse del camino sea una opción, 
nada de incentivos para ser libres, autónomos… 
nada que haga peligrar el sistema impuesto. 

No sabemos si somos felices,
 no nos hacemos preguntas, por si acaso la respuesta no nos gusta,
que nada nos moleste
ni nos atormente. 

Que nada duela. Y como no duele seguimos dudando de si estamos vivos. 
Respiramos, eso sí. 
Vivir, 
vivir es otra cosa.

N*

martes, 10 de junio de 2014

Inventario

Tenemos muy poca memoria, 
olvidamos con la facilidad 
con la que el viento cambia de dirección. 
Pero el destino 
es caprichoso y tiene un 
extraño sentido del humor, y 
todo vuelve, 
sin ser ello el karma, ni nada por el estilo, 
es sólo la vida.
Las decisiones que tomamos, 
las mentiras que decimos, 
los errores que cometemos, 
aquello que mostramos y sobre todo, 
aquello que escondemos, 
todo, 
pasa por caja algún día.

Y ya estoy esperando que llegue el día de hacer inventario.

N*

miércoles, 4 de junio de 2014

Tengo una lista de deseos infinita

Tengo una lista de deseos infinita 
frente a la de metas conseguidas, 
en blanco. 
Siento nostalgia de cuando 
soñar era gratis, que no os engañen, 
sale caro soñar, 
sale caro cada mañana salir a la realidad y 
descubrir que los sueños no están 
ni siquiera cerca 
de ser reales, de ser cumplidos.

Hay kilómetros insalvables cuando te sientas junto a mí, 
y eso duele 
más que mil cuchillos clavándose. 
Mucho más.

Sigo mirando las caras de la gente 
en los autobuses, no sé, a veces 
algo me dice que vas a estar ahí, 
sonriendo, 
con chocolate y me dirás eso 
de “Nere, tranquila, que ya pasó”, 
pero no, ni estás ni pasa. 
O sí, sí pasa el tiempo 
y no llegamos a ningún sitio, a tiempo. 
Siempre a deshora, siempre tarde. 
Tarde a mi propia vida. 
Como si lo viera desde fuera, 
como entrar en el cine 
cuando ya ha empezado la película, 
te enteras, pero sabes 
que te has perdido algo, 
algún detalle que al final 
acaba por ser importante.

Tarde 
como si los relojes fueran contra mí, 
como si los segundos pasaran más rápido 
cuando necesito tiempo, 
como si todos los semáforos 
de todas las ciudades del mundo 
se pusieran en rojo cuando llego, 
como cuando sueñas que 
quieres correr 
y no te mueves. Igual.

Tengo una lista de deseos infinita, 
pero se podría resumir en uno sólo.

N*