viernes, 27 de febrero de 2015

Nunca llovió que no...


Envidio y mucho a aquellos que creen
que creen sea en lo que sea.
La falta de fe total y absoluta como pozo en el que hundirte,
la falta de fe como losas en los pies para no avanzar.

Mirar arriba y ver el vacío, en contraste con la salvación.
Mirar abajo. Mirada al suelo, sueños por cañerías aguas abajo.

Ver llover sabiendo que no va parar, creyendo que no va a parar,
desconfiando de previsiones para tiempos mejores, futuros más soleados,
soledades buscadas en laberintos llenos de gente.

Y ahí está.
Ha llegado. Por poco tiempo, quizá.
Pero está.

Se siente extraño, como un dolor en el estómago,
al final siempre es la misma sensación, para bien o para mal.
Y no se puede respirar.

No vas a desaprovechar ni uno.
Porque no puedes, te lo debes.
Me lo debo.

Tengo buena memoria, la suficiente para no dormir
en años si fuera necesario.
Pero la misma para lo demás.

A este mausoleo de lloros, y tardes en gris, de ropas mojadas
le sigue un desierto de arena, de exceso de calor, de falta de agua.
A este vaivén de extremos, le acuna la indiferencia
hasta perder impulso y quedarse quieta, casi quieta.

Hay relojes que ya no marcan las horas, que parecen inservibles,
pero son esos los que dictaminan mi tiempo. En pausa. Que no pausado.
Me tiemblan los ojos de no saber si seguir así, o abrirlos
aun a riesgo de quemarme las pupilas.
Pero siempre impaciente, jugando con trampas,
buscando atajos, salidas fáciles, momentos blancos.

El suelo está frío, y mojado. Ha llovido,
pero como anunciaban, ha terminado por parar.
Ahora busca en los reflejos los rotos a reconstruir.

Casilla de salida.
Sin meta.

N*

miércoles, 18 de febrero de 2015

Nunca van a bailar flamenco los sapos


¿Sabes cuando ves el futuro desde arriba
como sabiendo que es y que será pero que no quieres creer,
cómo tantas veces pensaste qué harías, qué dirías y que iba a pasar?

Igual.
Pero no ocurre así.

Ocurre que duele más de lo que creías, aprieta más de lo que imaginabas
y el después, sigue siendo esa absurda esperanza que no se ahoga ni en un barril de whisky.
Va ser verdad que las penas nadan
y somos nosotros los que nos ahogamos.

A las horas normales, súmale las otras, multiplica por la lentitud de las agujas del reloj
y verás que no te quedan ya segundos para contar.
Y no has hecho más que dar vueltas en redondo a una plaza desde donde
siempre se ve lo mismo. Y no te gustan las vistas.
Pero tampoco puedes cerrar los ojos, no sirve de nada, vas a seguir teniendo la imagen
fija, como una foto permanente y va seguir faltando el aire.

Respirar ya no es matemático, sistemático.
Por no ser, ya no es prioritario.
Pincha cada bocanada. Y ya no hay necesidad de más.

Pides dormir como premio de consolación.
Sueñas con dormir como llegada al paraíso.

Consigues dejarte vencer al sueño pero los fantasmas no te abandonan.
Y vuelta a empezar.

Amanece. Otra vez.
Mierda.
N*

lunes, 16 de febrero de 2015

Primera advertencia


Vas a ver esto desde fuera y pensarás que era más bonito desde dentro.
Pero tarde.

Seré participio pasado, futuro incierto. Presente inexistente.
Y a deshora.

Que tengas donde meter las manos cuando las tienes frías.
Que proteste una piel que en realidad no.
Eso ya lo sabías.

Tanto lo has dicho, que me lo he creído. Y desde entonces, miro a otro lado.
Sí, quizá aún contigo, pero ya sin ti.
Y empiezo a verlo todo bien.

Seré recuerdo intangible, aun pudiéndome tocar.
Sabes que soy, que sigo, pero que quizá ya no estoy.
Que estaré siempre, pero no.

Me tiemblan las piernas, pero podrían hacerlo en cualquier otra parte.
Puedo reírme con cualquier otro, y acabaré aprendiendo a llorar con él, o con nadie.
Podría correrme casi en cualquier cama.

Pero no contigo.

Que me sujetaste las muñecas para que no me moviera
pero no te interesó sujetarme el corazón, no lo quisiste
y ahora vaga en rumbo perdido fuera de un cuerpo que no necesita más
pero con unos ojos que buscan lo que no hay.
Y todo eso que ya sabes.

Piso arenas movedizas agarrada a una mano, que en cualquier momento
me volverá a dejar en tierra firme.
Un desastre natural, declarada zona catastrófica.

Pero sí, tierra firme.
Ten la conciencia tranquila, tu parte la has cumplido.

N*

miércoles, 4 de febrero de 2015

Ciclogénesis


Ha vuelto a llover aquí dentro
y lo ha dejado todo inundado
y no puedo parar de sonreír.

No sé si esto está considerado
desastre natural,
zona catastrófica
o punto negro.

Pero no pienso alejarme de este epicentro
que es el que me remueve por dentro,
que hay terremotos a diario,
que no paro de temblar.

Que no quiero parar.

Que seguiré queriendo que me caigan
las gotas en la cara
mientras miro arriba
sonriendo.
Que si cierro los ojos, lo siga sintiendo
a milímetros.
O menos.

Que nunca antes la lluvia traía
tanto fuego,
o quizá fue el fuego
quién trajo la lluvia.
Tampoco importa.

Llueve y quema.
Y yo sólo quiero morirme de calor.
De este calor.
N*