lunes, 17 de noviembre de 2014

Noviembre


Ojalá tuviera el valor de admitir
y de reconocer que duele.
Pero hemos decidido que aquí todos somos valientes.
Y joder qué difícil es curarse a uno mismo.

Que llegué a creer que no iba a hacer frío este invierno
y ya se me han helado los huesos,
el corazón no hace ni intento de descongelar.
Y a veces me confieso a mí misma que echo de menos el calor.

Autodestrucción.

Y golpes contra la pared.
Muros venidos abajo.
Fronteras inexistentes y pisoteadas.

Y silencios por falta de palabras.
Incoherencias varias instaladas en el pecho.
Muda la garganta.
Inundación de lagrimales.

Distancias difusas y borrosas.
Miedos para desayunar.
Falta de consuelo generalizado.
Sueños por domesticar.

Tardes en las que no se pone el sol,
empeños en empañar.
Camino para irse, querer volver,
que se quieran quedar.

N*

martes, 11 de noviembre de 2014

Desolación

Nunca el cielo había estado tan negro
ni los ánimos tan grises, 
los colores habían desaparecido
y tan sólo se respiraba desolación.


Y desesperación, la que llevan en las entrañas
aquellos que van viendo caer el imperio
heredado y construido por las mismas manos
que te acunaron de bebé.


Ver como por obra y gracia y permiso, 
sobre todo con nuestro permiso, 
los hay que escalan a la cima de la montaña
a costa de destruir lo que dejan por debajo, 
sin importar, qué, cómo o cuándo.


La tranquilidad de verse a salvo 
en unas alturas a las que has subido agarrado
de una mano que te promete el oro, 
y que acabará por dejar que te bajen al moro.

No olvidemos que quién va delante de ti, 
tendrá menos reparos en dejarte caer, 
con tal de salvar su culo, lo suyo y lo de él.


Confiamos en trajes y corbatas, porque nos han enseñado
que quién puede mantener apariencia
puede mantener contenta la audiencia.
Pobres de nosotros, monigotes embobados,
pasivos oyentes de un mundo en el que somos los olvidados.


Ya lamentaremos más tarde, quizá en algún muelle al sol
donde vendrá la nostalgia a recordarnos tiempos mejores, 
aquellos donde caminar con la cabeza alta y la mirada en alto
era nuestra seña de identidad.


Ahora nos estamos escondiendo, 
no sé si más por miedo o por vergüenza.
Porque hay quienes no podrán asumir la derrota
de haber sido vencidos por aquellos que nosotros mismos
elevamos al más alto de los escaños.


Y este país pide una revolución, 
pero nos engañemos, que esta no nace

en la barra de cualquier bar, 
ni desde la comodidad de un sillón.


N*

jueves, 6 de noviembre de 2014

Desastre


Si vienes para quedarte tendrás que saber un par de cosas,
soy un desastre total, y además no pienso cambiarlo.
Cuando sonrío no siempre es de verdad,
pero nunca lloro de mentira. Nunca.


Cruzo los dedos cuando deseo algo,
y la verdad que no sé por qué, pero lo hago.


Juego a ser invisible al menos un par de veces al día,
no siempre gano, alguien acaba por verme,
pero nadie me quita esos minutos absurdos,
y míos. Absurdos y míos.


Sueño más despierta que dormida, incluso
podría decir que a ratos no vivo en la realidad.


Siempre duermo tapada, incluso cuando hace calor,
luego pasa lo que pasa, despierto sudando,
pero no lo puedo remediar.


Despierto igualmente sudando cuando tengo pesadillas;
y a veces puedo llegar a llorar. Pocas veces.


Como chocolate como terapia para la felicidad,
dirán lo que quieran, pero funciona.


Creo que me río todos los días, por tonterías,
la mayoría de las veces, si no, tengo un remedio
para la infelicidad del alma.
No cura, pero palia el dolor.

Si te digo que te quiero, créeme, lo hago.

Soy un puto desastre, impuntual, vaga,
cotilla, desordenada, carajas,
todo eso y mucho más.
Pero sé lo que es querer hasta que duela,
y en eso, soy una de las mejores.


N*

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Inconformismo

Que no sé qué pasa que siempre estoy viviendo a años luz de ahora, 
siempre en busca de futuros que mejoren lo presente.

Siempre inconformista de una realidad que no permite las luces de neón
y así no hay forma de ver en la oscuridad que dejas cuando no estás.
Y son tantas las horas ausentes, que aquí los días duran más que allí.

He escrito demasiadas listas de deseos que no cumpliré, 
por eso de la cobardía que me sujeta los pies al suelo y me impide volar.
Te he visto desde abajo tantas veces que ya no es admiración, es envidia.

Me pesan los párpados, ya no soy capaz a mantenerme despierta
y no vas a venir a taparme esta noche por si hace frío.
Ni siquiera me llamarás para desearme eso de las buenas noches
que mejor contigo, pero que sobreviva sin ti.
Todo eso, ya sabes.

Amanece por inercia, no porque lo esté esperando 
y veré ocultarse el sol demasiado tarde, siempre es demasiado tarde.
Me he acostumbrado a la poca luz, y el sol me quema las retinas
vacías y solitarias desde que no te ven dormir.

N*

martes, 4 de noviembre de 2014

No es cuestión de comparar

He huido en busca de otros amaneceres
pero tranquilo, no lo hice por comparar, 
sé perfectamente dónde tengo el corazón,
lo que a veces se me olvida es dónde reside la razón.

He cansado a mis pies de tanto caminar
en busca de unas vistas en las que quedarme muda
pensando en no haber visto algo tan impresionante en tiempo.
No confesaré que no lo he conseguido.
Y juro que no es cuestión de comparar.

He pasado calor y frío, pero no ha sido ninguno comparable
a las soledades que respiro a veces entre mantas y tus manos,
no sé es tan difícil de explicar que no sabría por dónde empezar.
Por el principio, seguro que dirías, pero
realmente ¿Cuál es realmente el principio?

A juegos de orgullos y sentimientos 
siempre tengo las de perder, 
pero lo de las derrotas es lo mío, 
así que acepto el reto. Acepto perder.

Si no vas a buscar más deja de al menos buscar, 
que de idiotas que no saben lo que quieren 
tengo lleno el cupo, ya no cabe uno más.

Lo malo de cuando huyes es cuando decides volver y no sabes
qué es lo que deberías encontrar a la vuelta, 
qué es lo normal, lo esperable o lo deseable.
Yo esperaba verte. 

Y debo tener cerrados los ojos porque no te encuentro
ni siquiera entre las líneas de alguna historia antigua
de esas que te contaba mientras hacías que me escuchabas, 
pero no.
Tranquilo, siempre lo supe.

Buenas noches, ya no sé si apagar la luz 
o si dejarla para que me alumbre los sueños.
Tengo miedo de que haya demasiada oscuridad, 
que ya no encuentre luego la forma de salir de ella.

N*

lunes, 3 de noviembre de 2014

Más fácil no que sí

Yo no es que deje pasar trenes porque quiera
es que siempre me dio miedo subirme en marcha
y hace demasiado que ninguno se para en la estación.

Sentada en el andén miro siempre en ambas direcciones, 
lo de que la esperanza es lo último que se pierde empieza a 
sonarme a más palabrería que realidad.
Ya no hay ganas de seguir esperando, miro mis pies
y sé que podría llegar por mí misma andando.

Ya me lo advirtieron, que era más fácil que no qué que sí.

Pero sigo sin escuchar a quienes quieren que quiera
a quienes me dicen que salte, que una vez puestos los pies
el resto es seguir adelante, por puro instinto.

Pero de corazonadas llevo una vida hecha,
todo los caminos los he empezado por algo, 
y a veces por alguien, también.
Y me han traído hasta aquí,
que podría haber sido peor, de acuerdo, 
pero todos sabemos que no estoy donde quisiera.
Se acerca, se parece, pero falta eso.
Justo eso.

No fue una casualidad supongo, nada lo es, 
y cuando llovía yo traía paraguas, 
y muchas ganas de resguardarte de una lluvia
que no mojaba, pero nos dejaba helados
sin esperanzas y con muchos miedos.

No fue suficiente.
Acabamos por morirnos de miedo.

N*