viernes, 30 de mayo de 2014

Y si no bastara...

Y si no bastara
con echarte de menos,
encima tengo que tragar las ganas,
el deseo,
los besos que te daría,
los te quiero.

Y hasta los para toda la vida en los que nunca creí
hasta que te conocí.

N*

jueves, 29 de mayo de 2014

Huir a casa

Y coger un tren que te lleve a ninguna parte, a ningún lugar, donde no conozcas a nadie y donde puedas echar de menos a todas y cada una de las personas que conoces, que tengas falta de verles y decirles una vez más que no van a cambiar, que joder, que siempre igual, que te quejas mucho, pero que te encanta. Que si los kilómetros que os separan pasaran de 100 dolería, porque te duele, pero oyes la voz, sientes la risa y se te pasa, te sientes menos sola, aunque llueva fuera, aunque haga sol y no tengas gana de salir.

Y todo pasa, y todo queda y en el fondo seguimos esperando un cambio, soñamos con el día que todo sea diferente, pero cuando llega, nos quedamos quietos, el hombre aborrece el cambio por naturaleza, somos animales de costumbres, sobre todo de malas costumbres. Y en seguida se acostumbra uno a ser, y a estar. Sobre todo si es contigo.

Y volvemos a esa rueda de inconformismo en la que nos hemos montado, no sabemos a ciencia cierta cuando, pero aquí estamos, girando, porque siempre que conseguimos una meta, dejamos un obstáculo en el camino, y ya se sabe lo dados que somos a encariñarnos de las piedras con las que tropezamos. Y seguimos sin saber dejar ir a las cosas, mucho menos a las personas, seguimos sin saber decir adiós a tiempo, y de ahí que las despedidas sean tan horribles, que las odie tanto, que las evite.

No habrá despedidas y lo sabes, supongo que por eso hablas de infinitos y “para siempres”, y tampoco creo en ellos, siempre fui muy poco dada a creer, la fe no es lo mío, siempre necesité ver para creer y el mundo está preparado para los que creen para ver. Ya sé que este mundo no es para mí, lo supe el día que aprendí que la vida no era justa y que no todo esfuerzo lleva su recompensa, pero aprendí también que dentro de esta fiesta, pienso bailar, y beber, y hasta perder la consciencia, pienso reír por todo aquello que pueda, incluso sin ganas, ¿cuántas veces has hecho feliz a alguien por reírte, aunque no quisieras? Me podrías hablar de mentiras, de fingir como quienes fingen los orgasmos, pero ¿quién no ha fingido algo alguna vez? Por miedo, por egoísmo, por placer, por rutina y hasta por amor. Sobre todo por amor.

Y ahora parece que justifique mentir por amor. Y no. Pero sí.

Y me entiendo yo misma, y lo sabes, en el fondo sabes que siempre me he entendido yo misma, incluso cuando digo no hacerlo, cuando doy vueltas a lo mismo, como dudando que debo o quiero hacer. Y siempre lo he tenido claro, siempre he sabido que quería en cada momento. Lo que me ha faltado muchas veces es el valor.
Cobarde siempre. 27 años de cobardía tras esta sonrisa y esa risa nerviosa, y sigo siendo yo.

Y sigo esperando ese tren a ninguna parte.
Y ninguna parte siempre es “casa”.
Porque cuando busco huir, busco llegar a casa.

N*