Quizá la culpa sea mía por pretender avanzar pensando que desaparecerá el pasado por cerrar fuerte los ojos.
Y no.
No me atrevo a gritar en voz que soy esa que digo no ser, que hice lo que digo no haber hecho y que me reconcome por dentro una angustia hecha pesadilla de un mal recuerdo por una decisión no acertada.
No es que me arrepienta, pero lo cambiaría, suena contradictorio, pero yo me sigo entendiendo, por ahora.
Llegará el día en que el reflejo de los escaparates muestren una extraña entre los maniquíes.
Y no estaré preparada.
Es lunes y otra vez veo el pasado domingo lejano, y al siguiente ni logro vislumbrarlo al horizonte.
Es lunes y la resaca de pensar mucho y vivir poco me deja otra mañana de náuseas y de ganas de no ser.
Menos mal que mañana vuelve a ser martes, y siempre pasa, que todo parece menos drama y yo vuelvo a ser menos yo.
N*