lunes, 11 de mayo de 2015

Lunes de resaca

Me metes el dedo en la herida de un error cometido, tantas veces, que se hizo fijo, constante e indispensable.
Quizá la culpa sea mía por pretender avanzar pensando que desaparecerá el pasado por cerrar fuerte los ojos.
Y no.

No me atrevo a gritar en voz que soy esa que digo no ser, que hice lo que digo no haber hecho y que me reconcome por dentro una angustia hecha pesadilla de un mal recuerdo por una decisión no acertada.

No es que me arrepienta, pero lo cambiaría, suena contradictorio, pero yo me sigo entendiendo, por ahora.
Llegará el día en que el reflejo de los escaparates muestren una extraña entre los maniquíes. 
Y no estaré preparada.

Es lunes y otra vez veo el pasado domingo lejano, y al siguiente ni logro vislumbrarlo al horizonte.

Es lunes y la resaca de pensar mucho y vivir poco me deja otra mañana de náuseas y de ganas de no ser.

Menos mal que mañana vuelve a ser martes, y siempre pasa, que todo parece menos drama y yo vuelvo a ser menos yo. 

N*

domingo, 10 de mayo de 2015

Diamantes de carbón

Si me diseccionaran encontrarían todos los fracasos, todas las lágrimas que me tragué, tanto por cobardía como por orgullo, y si mirasen bien, en el fondo, verían que guardo también los días de sol, cuando sólo se me oía reír. 

Si pudieran verme por dentro descubrirían que brillo más cuanto menos luz tengo, y es contradictorio, pero he aprendido que los diamantes no son más que carbones perfectos, carbono en su máxima exponencia.

Que alimento las pesadillas que no me dejan dormir para que acaben siendo el motivo de vivir, o el de dar el salto.
Al vacío.

Cuando me siento en el fondo, cuando creo que no me puedo hundir más, me miro en todos los espejos buscando algo que me haga distinta y especial, algo que haga que si te tengo enfrente, quieras volver a jugar.

Como si se pudiera lograr la perfección de entre la oscuridad, como si creer en ello lo hiciera real.

Y ¿por qué no?
¿Acaso no hay quienes creen en un Dios?

N*

lunes, 27 de abril de 2015

Hoy no me levanto.


Ha amanecido gris, lloviendo
y tras los cristales, más de lo mismo.
Algunos días me levanto con el pie izquierdo,
otros, ni siquiera me levanto.

He renunciado a sonreír por no mentirme ya a primera hora
frente al espejo.
No me pido perdón, porque no me arrepiento,
ni de los años, ni de los daños.
Levanto las postillas, por si vuelve a sangrar.
Yo no meto el dedo en la llaga, yo soy quién hace la llaga.
A propósito.
Por necesidad.

Está lloviendo y no me muevo, dejo que me moje,
que me cale hasta adentro, a ver si así se va el humo
y consigo ver y respirar aire puro, otra vez,
aunque hace tanto que ya se me ha olvidado.

No juego por maldad, ni por interés.
Juego por adicción a la derrota, por morder el polvo,
por ver la meta cada vez más lejos
y el abismo cada vez más mío.

No salto con la soga al cuello porque sería fácil
y tendré todas las virtudes que me busques
que no son, pero si todos los defectos,
pero fácil no he hecho ni siquiera desaparecer.

Mujer invisible con imposibilidad de pasar desapercibida.
La ironía de mi vida.

He visto las últimas fotos,
ya no salgo con cara triste, ni con lágrimas en los ojos,
ni escondida tras las ojeras.
Ya no salgo.
Y mucho más fácil.
Pero sigo estando, eso no lo olvido.

N*

miércoles, 22 de abril de 2015

La del pirata cojo.


Yo siempre fui de las que soñé mucho,
pero viví poco.
Y así hasta ahora.
De las que construyó muros con todos sus miedos
y no encontró la fuerza de derribarlos.

He abierto la ventana y ha entrado el aire,
ahora parece más primavera.
He cambiado las sábanas y con ellas
parece haberse ido un poco ese olor a soledad.

El invierno se fue desagüe abajo con esa última taza,
la que rebosaba culpabilidad, pero que no me tragué.
Al fin.
La penitencia incumplida de unos pecados no cometidos,
la redención innecesaria de un delito inexistente.

Yo no sabía que después de las tormentas venía esta calma,
no sabía que pasaba cuando caías derrotada.
Ni cuando resultabas vencedora.
No sabía que pasaba, porque nunca antes había ido a la guerra.

Pero ahora quiero más.
Aunque duela.
Aunque aún sangren las heridas de los pies
resultado de caminar sobre cristales rotos
que cortan como los recuerdos cuando cierras los ojos.

Las reconstrucciones de los paraísos llevan un tiempo,
pero yo no tengo paciencia. Lo asumo.
Ahora me angustian los mares en calma y no lo entiendo.
O sí.
No voy a esperar que vuelva a llover para provocar tormenta.

N*

lunes, 13 de abril de 2015

11:36 de un lunes que sabe a domingo


"Sin ninguna fe ya en los milagros, 
O todavía." 
Escandar Algeet
Un día dijo de quedarse y no me atreví a decir que no,
y ahora que creo que ya no sé soñar si no es con él
ha descubierto sus alas y sueña con vuelos lejos de mi cielo
planeando sobre orillas y mares que ya no soy yo.

El café sigue sin hacerse y sigo sin desayunar.
Comer cualquier cosa ya no tiene la misma gracia.
Vomitar la tristeza me está costando más de lo que creía,
con lo fácil que fue deshacerse de toda la mierda cuando éramos dos.

Nunca pedí contrato ni explicaciones, porque no quería saber nada
no quería confirmaciones de una respuesta que ahora sé que no me gustaba.
Y con la misma libertad que vino, se fue.

Y nadie pudo decir ni hacer nada al respecto.
Esa libertad que enarbolamos en banderas progresistas
hoy nos deja el corazón vacío y la nevera llena de reproches
que ya nadie calienta para cenar. Tendré que ocuparme de ellos.

Quizá cuando la escarcha se vaya y las ventanas dejen entrar la luz
y vuelva a respirar sin ayuda.
Y admita y asuma que no soy lo que digo y que hago lo que hago
por miedo a no ser suficiente con lo que soy.

Quizá entonces me mire al espejo y descubra que tras estas ojeras
siguen estando los ojos que un día miraban el mundo con ilusión
y con la inocencia que tienes cuando crees que en añicos sólo se rompen
las cosas de cristal. Y descubres que no.

Se están yendo las nubes y parece que ya se ve algo del azul del cielo,
quizás la calma vuelva tras la tempestad silenciosa que me arrastraba,
más abajo cada vez.

Han llamado a la puerta.
No es ÉL.
Todavía.
N*

martes, 31 de marzo de 2015

Todas las monedas tienen dos caras, todas las caras buscan una moneda.


Yo no es que haya perdido la fe,
es que he visto demasiada gente caer
y no tener fuerzas para volver a levantarse.
He sujetado ya demasiados cuerpos inertes
que sólo querían dejarse arrastrar por una corriente
que no desembocaba precisamente en el mar.

Si yo cuando miro arriba sigo viendo el cielo
y me sigo sintiendo orgullosa de por dónde pisan mis pies.
Tan sólo es esa chispa de incertidumbre que hemos convertido en miedo.

Y vendas tapando ojos que no quieren ni pueden ver más allá.
Mentes ágiles buscando atajos ilegales, descansos placenteros
a base de ciegos confiados que no sueltan la goma ni aún después de sentirla en toda la cara.

Sigo saltando cuando camino, pero he dejado tanto peso sobre los hombros,
que en tierras fangosas sólo queda hundirme,
aun luchando contra ello, cómo aquel que pretende nadar a contracorriente.

Me duelen las manos de sujetarme arriba y ya las sonrisas no ejercen de cuerdas,
a veces tan sólo son sogas que invitan a saltar.
Al vacío.

Los mismos brazos que te abrazan son aquellos que te tiran al suelo,
que te rompen en pedazos minúsculos, irrecuperables.

Lo he llenado todo de espejos,
sé que veré todo lo que no me gusta,
pero me obligo así a sonreír más.
 
N*

miércoles, 11 de marzo de 2015

futuras lecciones de historia


Nos han pedido paciencia, y que nos ajustemos los cinturones,
nos venden cada día la necesidad de un sacrificio que vendrá
con su respectiva recompensa.

Y lo hemos hecho.
Tampoco tuvimos otra opción.

Ahora miramos con esta cara de idiotas que se nos ha quedado
los resultados de una gestión absurda, de un populismo barato,
de una demagogia de sentimientos, de unos chantajes que ya
sobrepasan la barrera de lo legal y lo emocional.

Y levantan la cabeza los que aún creen en algún dios,
y la agachan los que piden porque exista algún infierno.
Y todos siguen caminando, dentro del rebaño, soñando con salir,
intentándolo a ratos.
Volviendo en la mayoría de los casos.

Levantamos el puño en la defensa de unos derechos
que no son más que una parábola de viejos recuerdos,
leyendas de héroes que dieron la vida por unos ideales
que a estas alturas hemos pisoteado hasta dejar de ellos nada.

Escuchamos discursos que no nos creemos,
de boca de gente que no nos convence,
justificando acciones que detestamos,
perdonando por falta cojones.

No nos enfademos cuando nos digan borregos,
cuando las futuras generaciones estudien en libros de historia
la época en que un pueblo de cobardes permitió lo impermisible.

No nos llenemos la boca con cosas que nunca hicimos,
con las que no haremos, con las que nunca lucharemos por cambiar.

Bienvenidos al paraíso artificial, cojan sitio.
Esto es el circo, y
la función ha de continuar.

N*