miércoles, 11 de marzo de 2015

futuras lecciones de historia


Nos han pedido paciencia, y que nos ajustemos los cinturones,
nos venden cada día la necesidad de un sacrificio que vendrá
con su respectiva recompensa.

Y lo hemos hecho.
Tampoco tuvimos otra opción.

Ahora miramos con esta cara de idiotas que se nos ha quedado
los resultados de una gestión absurda, de un populismo barato,
de una demagogia de sentimientos, de unos chantajes que ya
sobrepasan la barrera de lo legal y lo emocional.

Y levantan la cabeza los que aún creen en algún dios,
y la agachan los que piden porque exista algún infierno.
Y todos siguen caminando, dentro del rebaño, soñando con salir,
intentándolo a ratos.
Volviendo en la mayoría de los casos.

Levantamos el puño en la defensa de unos derechos
que no son más que una parábola de viejos recuerdos,
leyendas de héroes que dieron la vida por unos ideales
que a estas alturas hemos pisoteado hasta dejar de ellos nada.

Escuchamos discursos que no nos creemos,
de boca de gente que no nos convence,
justificando acciones que detestamos,
perdonando por falta cojones.

No nos enfademos cuando nos digan borregos,
cuando las futuras generaciones estudien en libros de historia
la época en que un pueblo de cobardes permitió lo impermisible.

No nos llenemos la boca con cosas que nunca hicimos,
con las que no haremos, con las que nunca lucharemos por cambiar.

Bienvenidos al paraíso artificial, cojan sitio.
Esto es el circo, y
la función ha de continuar.

N*

1 comentario:

  1. Ya no hay tantos que callan, ni que se dejan vencer. Es un virus de progresión lenta pero expansiva. Sólo espero poder ver cambios mayores cuando estos ocurran, que ya van haciendo falta desde ayer (quedándome muy corta).

    Sea como sea, gracias por no callar.

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