miércoles, 22 de abril de 2015

La del pirata cojo.


Yo siempre fui de las que soñé mucho,
pero viví poco.
Y así hasta ahora.
De las que construyó muros con todos sus miedos
y no encontró la fuerza de derribarlos.

He abierto la ventana y ha entrado el aire,
ahora parece más primavera.
He cambiado las sábanas y con ellas
parece haberse ido un poco ese olor a soledad.

El invierno se fue desagüe abajo con esa última taza,
la que rebosaba culpabilidad, pero que no me tragué.
Al fin.
La penitencia incumplida de unos pecados no cometidos,
la redención innecesaria de un delito inexistente.

Yo no sabía que después de las tormentas venía esta calma,
no sabía que pasaba cuando caías derrotada.
Ni cuando resultabas vencedora.
No sabía que pasaba, porque nunca antes había ido a la guerra.

Pero ahora quiero más.
Aunque duela.
Aunque aún sangren las heridas de los pies
resultado de caminar sobre cristales rotos
que cortan como los recuerdos cuando cierras los ojos.

Las reconstrucciones de los paraísos llevan un tiempo,
pero yo no tengo paciencia. Lo asumo.
Ahora me angustian los mares en calma y no lo entiendo.
O sí.
No voy a esperar que vuelva a llover para provocar tormenta.

N*

1 comentario:

  1. Cuando uno prueba un poco de tempestad, aunque tenga miedo quiere más. La valentía surge cuando más vale la experiencia que el daño.

    Me han gustado tus palabras
    Saludos

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